En cada quien conviven innumerables identidades. Rasgos entreverados de la genealogía. Restos de lo que vimos y de lo que oímos que flotan en jnuestra alma y se enquistan en nuestro cuerpo. Mutan a su antojo llevándonos tras de sí, banquineando, dando trompos, dejándonos siempre un poco rezagados en el camino.

Al mismo tiempo nuestras edades coexisten haciendo de nosotros seres fragmentados. Pegados a "duras penas". Niñitos asustados y al mismo tiempoi jóvenes temeraqrios, adultos orgullosos sobrebios o cansados.

IdentiEdades dice de esa relatividad, esa cuántica, en que las determinaciones y el azar danzan, a solas, con uno.